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Reseña Histórica

 

 

José Manuel Navarro Domínguez y Emilia Cubero Madroñal, licenciados en Historia y hermanos de esta Hermandad están elaborando un documentado trabajo de investigación sobre su historia. Muchos datos de la síntesis que sigue, están extraídos de los datos suministrados por estos autores.


Según afirman, la Hermandad se fundó en 1470 ya que existen datos suficientes que permiten apuntar esta fecha, lo que sin duda la constituiría en una de las corporaciones penitenciales de la Vera Cruz más antiguas de la provincia. En un reciente estudio general de las hermandades de la Vera Cruz de Andalucía Occidental, los profesores Miura Andrade y García Martínez refieren esta fecha como transmitida por tradición. Al igual que en la mayoría de estas hermandades, hay una clara vinculación fundacional con la orden franciscana, concretamente, al parecer, de la comunidad de Santa María del Alcor.

Conocemos documentadamente la existencia de un eremitorio franciscano en lo que hoy es la iglesia parroquial de El Viso del Alcor con dicha advocación, pero también posiblemente hubiera otra ermita de las mismas características y denominación en la propia villa de Mairena.


Muy pocos datos se conocen del acontecer histórico de esta hermandad en los siglos XVI y XVII. De hecho, en el archivo de la corporación sólo se conserva documentación desde la segunda mitad del siglo XIX. No obstante, noticias indirectas derivadas de libros de visitas y otros expedientes gubernativos procedentes del Archivo del Arzobispado así como otra documentación del Ayuntamiento, permiten constatar su existencia y actividad cultual y asistencial en unión de otras cofradías del pueblo.


Merced a esta documentación, que data del siglo XVII se pueden constatar los principales cultos y actividades de su instituto, y que eran: Sermón de Pasión en la mañana del Jueves Santo, Estación de Penitencia en la madrugada del Viernes Santo con asistencia de clero y con hermanos de luz y de sangre, fiesta de la Santa Cruz el 3 de mayo con misa solemne cantada y Sermón de Exaltación, fiesta de la Encarnación de Cristo y otras misas de sufragio para los cofrades difuntos.


La fiesta principal de su instituto era la de la Santa Cruz, como también se detecta en otras corporaciones de esta advocación. Se conoce también que contaba únicamente con una imagen titular, el Santo Cristo de la Vera Cruz.


El órgano fundamental de gobierno era el Cabildo de Carnaval celebrado cada año en estas fiestas. De los cargos de la Junta cabe destacar dos mayordomos, un escribano y varios diputados. Entre las competencias de los mayordomos figura la administración de las rentas.


En 1673 la Hermandad atravesaba una cierta decadencia motivada por muy diferentes causas. Había preocupación creciente entre los oficiales pues los hermanos dejaban de asistir a los actos, sobre todo a la estación de penitencia. Al parecer se originaban diversos abusos durante la procesión de sangre de la madrugada del Viernes Santo, sobre todo entre las personas que acudían a verla. De hecho, el propio escribano de la Hermandad se queja de estos incidentes en una solicitud a la Autoridad Eclesiástica a la que nos referiremos a continuación: "[...] y que de salir de noche se pueden seguir, como de hecho se siguen, algunos inconvenientes por ser la hora que es, por la junta y concurso de hombres y mujeres [...]". Ciertamente se conocen datos en otras muchas localidades sobre estos incidentes y la prevención que tenían los eclesiásticos sobre las reuniones de hombres y mujeres en este tipo de celebraciones nocturnas. Varios cofrades expresaron su malestar porque les parecía que la procesión perdía mucho de su seriedad y compostura tradicional, por lo que optaron por no salir y unirse a otra corporación del pueblo, la de la Humildad y Paciencia, que desde sus orígenes no era hermandad de disciplina, pero que solicita y obtiene ahora el carácter de sangre de la Autoridad Eclesiástica verificando su estación el Jueves Santo a primera hora de la tarde. Anteriormente sus cofrades procesionaban con crucifijos en las manos.


Ante esta situación, la Hermandad de la Vera Cruz opta por solicitar un cambio en su día de salida, el Jueves Santo por la tarde, inmediatamente después que entrara en el templo la cofradía de la Humildad. Además, para salvaguardar sus intereses, solicita igualmente que la Hermandad de la Humildad, que se fundó como corporación de luz "no se entrometa adelante en ella penitencia de sangre". La Autoridad Eclesiástica accedió a las dos solicitudes en detrimento de los de la Humildad, revocando su carácter de sangre, con lo que la Vera Cruz continuó como única procesión de disciplinantes y pronto se recuperó de la crisis que atravesaba. En este asunto pueden detectarse varias cuestiones de importancia: por un lado, la preeminencia de esta corporación, sin duda por ser la más antigua y gozar de mayores prerrogativas; en segundo lugar, la competencia entre hermandades derivada al parecer también de ciertas disensiones entre los cofrades de la Vera Cruz.


Desarrollaba, como queda dicho, una labor asistencial ciertamente de importancia en colaboración con otras hermandades, que consistía en el mantenimiento del hospital de Nuestra Señora de los Dolores, conocido popularmente por el de San Bartolomé.


Al parecer el siglo XVIII fue especialmente importante en la Hermandad, detectándose datos fehacientes de una desahogada y hasta floreciente situación económica, que le permite la realización de muchas actividades propias de su instituto de cultos y caridad e igualmente la construcción de un retablo para su capilla en la parroquia en 1730.


No se encuentran más datos significativos sobre esta cofradía hasta la segunda mitad del siglo XIX. En esta etapa hay ya novedades importantes sobre todo en el ámbito penitencial de la hermandad, entre ellos el cambio de día de la procesión, pasando del Jueves al Viernes Santo por la tarde, coincidiendo con la estación penitencial de la cofradía de la Soledad hasta que, con la reforma litúrgica, ésta pasó al Sábado Santo.

Igualmente se sabe que, anteriormente a 1922, los nazarenos vestían túnicas de cola y fue en este año cuando se añadieron las actuales capas. También se documenta que los nazarenos de los tramos de la Virgen vistieron antifaz azul.


No hay noticias documentadas de que en la procesión figurase ningún paso de Virgen. De hecho en unos inventarios de la parroquia de finales de siglo, al referirse al altar del Cristo se menciona a una imagen de Dolorosa, pero de un tamaño muy pequeño, media vara de altura, por lo que no es probable que figurase en un paso. La primera referencia a la salida procesional de la Virgen de la Ancilla es de 1904. Esta imagen pertenecía a Elías Méndez Carrión, fervoroso devoto de la Virgen con esta singular advocación inspirada por la fundadora de la Congregación de las Esclavas del Divino Corazón y el Cardenal Spínola, con la que este devoto colaboraba estrechamente. Durante varios años Méndez prestó la imagen de manera exclusiva para la salida procesional, retornando inmediatamente al oratorio privado que tenía en su domicilio. Pero en esta misma década, al encontrarse en grave postración la Hermandad de la Humildad que sacaba procesionalmente una imagen de la Virgen de los Dolores propiedad de la parroquia, los cofrades de la Vera Cruz decidieron sacar esta imagen en su estación en vez de la Ancilla. No obstante, restaurada la Cofradía de la Humildad en el año 1913, sus hermanos reclamaron y obtuvieron el derecho a procesionar con la imagen de los Dolores. Se produce entonces una curiosa circunstancia que duraría varios años: la cofradía de la Humildad sacaba en su estación de penitencia la imagen en la tarde del Jueves Santo con la saya, manto, alhajas y paso de esta cofradía. Cuando ésta entraba en la parroquia, estaban ya allí los cofrades de la Vera Cruz para quitarle todos los aditamentos, trasladarla a su paso y vestirla y enjoyarla con los suyos. Ante las dificultades que conllevaba todo esto, se pensó nuevamente en la imagen de la Ancilla, que cedió generosamente y de manera definitiva Elías Méndez a la Hermandad en 1921, aunque no se registrara por escrito esta donación hasta el año 1929. Este hecho hizo que la Hermandad, agradecida, le nombrara Hermano Mayor honorario.


Durante la Segunda República, al igual que en otros muchos lugares, se producen ciertas perturbaciones que hacen temer por la seguridad de las estaciones penitenciales. Respecto a esta cofradía se conoce que no salió procesionalmente durante los años 1932 y 1933, realizando en su lugar diversos cultos de carácter interno. La Guerra Civil afecta de una manera muy importante a la Hermandad, que pierde prácticamente todo su patrimonio: imágenes, enseres, documentación... cuando el templo parroquial es asaltado y des­truido en gran parte la madrugada del 19 al 20 de julio de 1936, un auténtico desastre que acaba con muchas ilusiones y trabajos de los cofrades y genera una sensación de desamparo en los propios vecinos, privados de las imágenes de su devoción. Era preciso comenzar de nuevo y, de hecho, la reacción no se hace esperar en gran parte debido al clima religioso exacerbado que se respira tras la contienda civil y que fomenta el nuevo régimen, en lo que se ha dado en llamar el "nacional catolicismo".


Uno de los principales objetivos era la adquisición de las imágenes titulares y optaron por una solución ciertamente curiosa y original: no encargarían tallas de nueva factura, sino que buscarían imágenes antiguas en las iglesias de Sevilla, como así lo consiguieron y en el año de 1940 las nuevas imágenes del Cristo y de la Virgen salieron por vez primera procesionalmente por las calles de Mairena.


Actualmente la hermandad cuenta con más de mil cuatrocientos hermanos y atraviesa una etapa de indudable vitalidad, como lo demuestra la construcción de una amplia casa de hermandad en la calle Tomás de Paz o la construcción del grandioso altar de la parroquia. La estación de penitencia congrega a numerosos vecinos para contemplar el cortejo de 600 nazarenos que acompañan al Santísimo Cristo de la Vera Cruz y Nuestra Señora de la Ancilla en su Mayor Dolor y Traspaso la tarde del Viernes Santo con túnicas blancas de capa y antifaces, bocamangas, botonaduras y cordones verdes; junto con los signos de la Hermandad que son: una Cruz de madera y cordón verde. Para el calzado y calcetines, están obligados a llevarlos de color negros.

 

  Escudo Hermandad  

 

 

 

 

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